Ya hay robots que saben mentir y nos ganan al poker, que hacen operaciones quirúrgicas complejas, que pintan como Rembrandt o que logran identificar sentimientos.
Si asumimos que ni enferman ni llegan tarde, estamos ante una transformación de consecuencias impredecibles: la cuarta revolución industrial.
Se calcula que en solo tres años, los robots estarán preparados para sustituir uno de cada cuatro puestos de trabajo.
¿Deben pagar impuestos?, ¿deben tener derechos y obligaciones?, ¿qué hacemos con los millones de personas que serán sustituidos por robots?, ¿tiene sentido la renta básica universal?