Publicado el 12 de Marzo de 2018, a las 08:00h
Los secretos que se esconden en el fondo del mar están ahora un poco más al alcance de la mano, aunque sea de las manos mecánicas del robo humanoide OceanOne, desarrollado por expertos de la Universidad Stanford (Estados Unidos).
El primer ensayo en mar abierto con este singular prototipo se llevó a cabo el pasado mes de abril en aguas de la costa francesa del Mediterráneo, y el objetivo fue la exploración -a unos 100 metros de profundidad- de los restos del buque La Lune, hundido en 1664. Además de arqueología submarina, el equipo que lidera el profesor Oussama Khatib confía que este nuevo modelo de robot submarino facilite las investigaciones sobre los ecosistemas marinos y trabajos de seguridad marítima.
El OceanOne mide algo más de 1,5 metros de altura y cuenta con brazos con manos articuladas, cabeza a la que se ha incorporado un avanzado sistema de visión binocular y un sistema integrado de inteligencia artificial. En una de sus primeras inmersiones, el nuevo robot -hábilmente dirigido por los técnicos- fue capaz de localizar y recuperar varias piezas del interior del buque hundido.
Pruebas del robot OceanOne en el Mediterráneo (Osada / Seguin / DRASSM)
El robot “nadó con precisión hasta el lugar en el que se encontraba una pieza de cerámica, extendió la mano, comprobó los contornos y el peso de la pieza, y metió un dedo en su interior para obtener un buen agarre”, explicó el profesor Khatib, que operaba el robot desde la cubierta del barco de investigación. Poco después, el prototipo nadó hasta la cesta de recuperación de materiales y depositó con suavidad la pieza seleccionada para esta prueba piloto.
OceanOne se podrá utilizar en el futuro para inmersiones a gran profundidad en las que se evitaran los riesgos para los submarinistas o para proyectar la realización de inmersiones humanas, han explicado los responsables del proyecto.
Estudio de los arrecifes en el Mar Rojo
El concepto de OceanOne nace de la necesidad de estudiar los arrecifes de coral de profundidad en el Mar Rojo, muy por debajo del rango confortable para los buceadores humanos, pero también puede ser utilizado en mantenimiento plataforma petrolífera o situaciones de desastre bajo el agua, como ocurrió en la central nuclear de Fukushima.
Una de las partes más destacadas del prototipo se encuentra en sus manos articuladas y equipadas con sensores de fuerza que información a los controles del piloto, por lo que el ser humano puede conocer muchos detalles sobre los objetos localizados.
El proyecto incluye la incorporación de sensores táctiles con capacidad, por ejemplo, para tomar pequeñas muestras de corales para su investigación. Con el nuevo sistema, “se puede sentir exactamente lo que el robot está haciendo; es casi como si una persona se encontrara en el fondo del mar porque el robo permite crear una nueva dimensión de la percepción”, ha explicado el profesor Khatib.